Hace un año, una persona cercana a mi que se encontraba realizando un trabajo para un diplomado en teología me pidió le ayudara contestando unas preguntas personales. Sin más introducción para no aburrirlos, se las comparto.
¿En qué crees? ¿Cuáles son los fundamentos o las bases de
tu fe?
Creo que la verdad sobre las cosas se escapa
eternamente de nuestro entendimiento. Considero que la realidad es
unitaria, pero de una complejidad tan grande que su esencia escapará
eternamente al conocimiento de mentes cómo las nuestras. También me parece que
los seres humanos somos animales pensantes -aunque la profundidad de nuestro
pensamiento sea discutible- y que por medio de este pensamiento somos capaces
de crear ideas y de imaginar una rica pluralidad de uniones entre
ellas. Como he dicho, nuestra imaginación es sumamente rica y, aunque esta
riqueza es la que la hace sumamente valiosa como herramienta para entretejer
ideas, también mengua su capacidad para explicar una realidad que no parece
responder a nuestros deseos y suposiciones. En este sentido, creo que la
mejor manera de hacer aseveraciones sobre el universo, la sociedad, los demás y
nosotros mismos es a través del contraste de nuestras percepciones de la realidad con las ideas que
tenemos de ella. Precisamente porque nuestra imaginación, aunque poderosa,
nunca podrá prever todos los escenarios posibles y por el hecho de
que nuestras percepciones sobre la realidad no corresponden exactamente a ella,
nunca podremos desarrollar una perfecta explicación de la realidad. Y aquí hay que aclarar
un término, explicar no es lo mismo que conocer. Uno puede explicar porque la
llamada inercia tiende a mantener las cosas en reposo o en movimiento sin que
por eso comprenda que es la
inercia o si quiera si ella
existe o no verdaderamente.
Cuando se trata de explicar
sociedades humanas y a nosotros mismos el procedimiento
es esencialmente el mismo, aunque sumándole un mundo nuevo de
significados e intenciones que los humanos hemos creado y que contrasta con el
universo que -aparentemente- carece de significado e intención intrínseca.
Creo en los sentimientos y en las ideas, en el amor y en la amistad, y vivo mi
vida de tal manera que pueda compartirla de la manera más cómoda con las
personas que nos rodean y que amo.
Ahora tocaré el caso que, según me deja ver el tercer ojo que tengo incrustado en mi frente,
aquí nos interesa: el de la creencia en un dios. Yo solía creer en el dios cristiano
cuando era pequeño, pero poco a poco empecé a descubrir lo que parece ser un universo
enorme y de una duración temporal exorbitante en el que la especie
humana solo habita un pequeñísimo, casi inexistente punto y durante un
pequeñisimo, casi inexistente tiempo. Esta nueva percepción del
universo contrastaba drásticamente con mi antigua percepción de un
dios local, creador de la tierra y preocupado por
los aspectos humanos. ¿Si los humanos eramos tan importantes para él,
porque nos habría dado un lugar tan insignificante en su creación?
También comencé a conocer
otras culturas y descubrí que casi todas creían en dioses (o aspectos
semejantes). Estos dioses eran claramente distintos unos de otros (algunos eran
varios, otros eran unitarios, unos piadosos, otros indiferentes y otros
vengativos) y descubrí que, por lo menos, todas esas religiones menos una
debían de estar mal. Pero ¿Sí hay tantos dioses falsos porque el mio debía de
ser el verdadero? ¿Por qué no saltarme un paso y eliminar también al mio?
Inmerso en estas dudas me acerqué a pensadores que no creen
en ningún dios, como Carl Sagan o Jean Paul Sartre, que me enseñaron
que es posible entender el mundo, disfrutar la vida y amar personas sin la
condición de creer en un ser superior.
Uno de los pilares de mi sistema de creencias es el hecho de que rechazo la posibilidad de la certeza absoluta. Entonces no puedo afirmar con total certeza que no exista ningún dios, sin embargo, por la manera particular en que he vendido a entender el mundo y a darle significado, considero que este problema está más allá de la duda razonable. Pero aun si decidiera creer en un dios ¿En cuál sería? ¿Cómo podría saber cuales son sus intereses y que desea de mi? ¿Cómo podría conocerlo? Son cosas que no puedo responder.
Uno de los pilares de mi sistema de creencias es el hecho de que rechazo la posibilidad de la certeza absoluta. Entonces no puedo afirmar con total certeza que no exista ningún dios, sin embargo, por la manera particular en que he vendido a entender el mundo y a darle significado, considero que este problema está más allá de la duda razonable. Pero aun si decidiera creer en un dios ¿En cuál sería? ¿Cómo podría saber cuales son sus intereses y que desea de mi? ¿Cómo podría conocerlo? Son cosas que no puedo responder.
Finalmente, he llegado a
entender el mundo sin la creencia en dios, actúo en mi vida diaria sin
preocuparme por lo que un dios pudiera llegar a pensar de mi y espero el futuro
de manera "estoica" sin rezar o pedir a ningún ser sobrenatural por
que este corresponda a mis deseos. Entonces, ¿Cuál es la diferencia entre
entender el mundo como
si dios no
existiera, actuar en él como
si dios no existiera y
esperar el futuro como si dios no existiera y no creer en ningún
dios? La puede haber en el terreno filosófico de la epistemología y la ontogía, pero dudo mucho que exista en el campo pragmático.
¿Qué podrías dejarle (en este sentido) a la
siguiente generación? ¿Cómo podrías trasmitir esa fe a otros?
Les intentaré dejar el gusto por la libre autodeterminación y la
capacidad de ser críticos consigo mismos y con los demás. Lo hago fomentando el
pensamiento crítico, cuestionando las ideas preconcebidas y enseñando a dudar. Además,
trato de transmitir por medio de mis acciones el amor para con uno mismo y
con los demás seres humanos, y la capacidad de maravillarse con la vida. Pues también
hay que transmitir una actitud positiva, que no se quede solo en la
duda, sino que desee entender el mundo a partir de ella, en aproximaciones
sucesivas y sabiendo que toda explicación es solo provisional. Así, deseo demostrar que la vida es maravillosa y valiosa por el hecho de ser efímera y que la mejor manera
de disfrutarla es compartiéndola con los demás. Todo esto lo busco lograr por medio de la
charla y el ejemplo.
Es a muy grandes rasgos lo que pienso.