jueves, 20 de marzo de 2014

¡Qué mal se hacen los trenes en este país!



El 30 de octubre del 2012, un mes antes de dejar el gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard acudió, en compañía de Felipe Calderón y Slim, a la apresurada inauguración de la “magna obra” de su gobierno, la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México. A nadie le importa que las cosas se hagan rápido siempre y cuando se hagan bien, pero algo en la Línea 12 del metro se hizo muy mal. Por eso, el pasado 12 de marzo se cerró más de la mitad de la vía debido a un alto riesgo de descarrilamiento o derrumbe. 

Por hoy, resulta imposible señalar al responsable de esta indignante clausura ¿Es culpa del antiguo gobierno del DF o del actual? Ebrard ha intentado deslindarse de toda culpabilidad, alega que compañías internacionales aprobaron la obra; y sí, así fue, pero lo que Ebrard no dice, aventando la papa caliente a otro lado, es que las compañías alemanas dieron el visto bueno justo el día de la inauguración ¿Qué significa esto? ¿Conocía Ebrard de antemano el día en que estaría listo el documento u organizó la inauguración con una agilidad envidiable? 

Lo que es cierto es que las compañías alemanas también aventaron la papa,  alegando que la obra estaba bien cuando la inspeccionaron, pero que no se le dio el mantenimiento debido. Por supuesto, la papa está muy caliente y el gobierno dice que las vías están mal desde que las empresas constructoras–que por cierto, son dos mexicanas y una francesa- las entregaron. A lo que estás reaccionan aventando lejos la papa y afirmando que los trenes rentados a una empresa española no son compatibles con las vías que ellos hicieron. Como se imaginara usted, la dueña de los trenes dice que ella cumplió con todas las exigencias de la SCT y el gobierno del la ciudad. Con lo que la papa regresa a Ebrard, quien dice que no había nada malo en sus exigencias. Y así, continua el juego sin fin de la papa caliente.

De esto podemos aprender los yucatecos una valiosa lección, la participación de empresas privadas y extranjeras en el proyecto del tren transpeninsular NO es garantía de un buen trabajo. Porque la asquerosa práctica de la corrupción en la Industria Constructora de este país es un hábito tan grande que nada, nada puede ser hecho bien a la primera. Sino, recordemos las numerosas reparaciones que se han hecho al paso a desnivel en Prolongación Montejo.  Y mientras tanto, en la Ciudad de México, la papa sí se quemó, se incineró en las manos del medio millón de personas que diariamente tendrán que levantarse de madrugada para llegar a tiempo a sus escuelas y trabajos.

jueves, 13 de marzo de 2014

El origen de los ferrocarriles y los puertos en Yucatán



La historia de Yucatán es inseparable de la del mar que la rodea. Hasta la invención de los primeros trenes hace doscientos años, no existía manera más veloz para desplazarse que la vía acuática. En tiempos prehispánicos, los mayas entendían este principio del transporte. Por eso, habían organizado un sistema de comercio costero, erigiendo asentamientos a un día en balsa unos de otros, que les permitió integrar el territorio Peninsular en una inmensa red comercial. Los españoles, que vinieron después y conquistaron esta tierra, ahora veían  a Yucatán como un componente más en un vasto sistema de comercio mundial, y entendieron que quien controlara el comercio marítimo de la península, controlaría su contacto con el resto del mundo. Por eso fundaron el puerto de Campeche y lo establecieron como el único puerto de Yucatán. El tiempo siguió avanzando. Los españoles se expulsaron a la fuerza, imperios y repúblicas surgieron en Yucatán. Estallaron guerras sangrientas y  en las haciendas empezó el cultivo masivo del henequén. Y así llegaron los años de 1870. Pero el mar, el mar seguía ahí.

      La economía henequenera, que floreció con mayor fuerza en el Norte de la Península, dependía de la venta de su fibra a EEUU. Campeche quedaba demasiado lejos. Por eso se hacía necesaria la construcción de un puerto en el área que agilizara el tránsito del henequén desde las haciendas del norte hasta los barcos que las llevarían al extranjero. Cómo la simple construcción de un puerto en el área no bastaba por sí misma para maximizar la velocidad del transporte de henequén, el proyecto iría acompañado de la construcción de vías férreas que unirían las haciendas con el puerto. Así surgió el proyecto del primer ferrocarril de Yucatán. 

      Corría la década de 1860. Entonces, cómo hoy, nadie dudaba que el tren debiera de salir de Mérida, pero no existía consenso sobre cual debería de ser su destino final. Se planteaban tres alternativas: la primera propuesta era Celestún. La cual era defendida por un grupo de Imperialistas afines al gobierno de Maximiliano. La segunda, Sisal. Un joven puerto que llevaba 50 años abierto al comercio marítimo. Finalmente, Progreso, la playa más cercana a la ciudad de Mérida. No obstante, Progreso era una playa deshabitada, por lo que la construcción de un puerto en aquella localidad requeriría una fuerte inversión económica para la creación de un nuevo pueblo. El gobierno imperial acabó escogiendo a Celestún, pero la derrota de Maximiliano por las fuerzas de Benito Juárez y la posterior restauración de la república terminaron echando atrás este proyecto y reduciendo las alternativas a  dos: había que elegir entre Sisal o Progreso. 

      Finalmente, el nuevo gobierno se decidiría por progreso, y así, el 16 de septiembre de 1870 se colocó la primera piedra de la que sería la aduana portuaria de progreso. Al año siguiente se expidió el decreto para la construcción de la vía férrea Mérida-Progreso. Pero en ese entonces, al igual que hoy, habría que esperar varios años para que el proyecto se consumara. Cinco años después, se colocaría la primera vía, en una magna ceremonia a la cual asistieron el gobernador Eligio Ancona y el Obispo Leonardo Rodríguez de la Gala, quien bendijera aquella vía. Y aun pasarían otros seis años para la vía fuera formalmente inaugurada.

      Así, el 16 de Septiembre de 1881, la locomotora La Guadalupe realizó el primer viaje de Mérida a Progreso en sólo dos horas y media. Y de esta manera, la capital del estado se acercaba más al mar, a ese mar tan jazmín que rodea a Yucatán, y al acercarse a él, estaba un paso más cerca del resto del mundo. 

      En tiempos como los que vivimos hoy, es apasionante recordar que la historia de Progreso y la del ferrocarril en Yucatán son expresiones de una misma historia. De esa historia del mar que con su cariñoso y cálido oleaje turquesa y jazmín envuelve Yucatán. Por eso no resulta coincidencia que hoy se hable de construir un tren rápido de Mérida a la costa de Punta Venados, o una vía alterna que agilice el comercio en el Puerto de Progreso. Porque aun con las tecnologías de hoy; aun con las carreteras, los tráileres y los aviones; el mar sigue estando allí. Llamándonos. Sí, puede que Yucatán sea una península, pero una de un tipo peculiar, en cuyo fondo late el corazón de una isla.

martes, 11 de marzo de 2014

Las trasformaciones del tren transpeninsular

El próximo domingo se cumplirán siete años desde que Ivonne prometió por primera vez la construcción de un tren a Quintana Roo durante su campaña. Sin duda, se ha recorrido un largo trayecto desde aquel 9 de Marzo del 2007 hasta hoy, en que el proyecto ha sido aprobado por la SCT. Veamos algunas de las principales transformaciones que ha experimentado este proyecto:

        Para empezar, el proyecto se ha concretizado en un tren rápido, y no en un bala –el tren bala, cómo su nombre sugiere, es más del doble de rápido-. Esto se debe principalmente, a los altos costos de construcción y mantenimiento de una máquina tan veloz que supera la velocidad que necesita un avión para despegar. 

        Además, se ha oscilado desde un tren que transportaría turistas, trabajadores de hotelería, carne, leche y verduras hasta un tren especializado en el transporte de turistas mientras el sol brille en el cielo; y combustóleo por la noche.   

          La ruta también ha sido objeto de numerosas transformaciones en estos siete años. De todos los puntos que el tren pasará en su ruta final, sólo Mérida, Chichén (Kaua) y Valladolid han permanecido de los propuestos originalmente. Se propuso, durante los años, que la línea saliera de Progreso y llegara a Cancún, o que se expandiera para pasar por Uxmal y llegar a Campeche, y que bajara desde Cancún hasta Cozumel [AMLO incluso llegó a prometer, en un proyecto de campaña propio, un tren que viajara desde Palenque hasta Cancún]. Pero, al final, todos estos proyectos fueron hechos a un lado y condicionados al éxito que tenga la ruta actual, Mérida-Punta Venados. No óbstate, aun hoy, pese a que la SCT ha sentenciado que esta será la ruta final, hasta la fecha sigue habiendo controversias, pues en especial ha disgustado a los hoteleros y comerciantes cancunenses y yucatecos. Sin embargo, el gobierno permanece firme, justificando su decisión en el ritmo de crecimiento turístico de la Rivera Maya, y en que, al ser mayor la distancia que separa a Valladolid de Cancún que de Punta Venados, esta segunda vía resulta más barata. 

     Finalmente, es necesario mencionar que la fecha de entrega también ha sufrido de constantes modificaciones. Ivonne repitió constantemente que el tren empezaría a funcionar durante su mandato, y aun en el 2011, esto es, un año antes de dejar la generativa, prometió que su gobierno, al menos, empezaría la construcción de la obra. Según las promesas más recientes, ahora del gobierno de Enrique Peña Nieto, en abril próximo saldrá a licitación la obra, que se empezará a construir a finales de este año o principios del 2015 y cuyo primer recorrido se realizará en el 2018. 

        Largo ha sido el trayecto que ha recorrido el proyecto del tren transpeninsular en estos siete años, desde su origen como una vaga idea escrita en papeles y promesas, hasta su estado actual de un proyecto sólido respaldado por la SCT y la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.  Sí los planes se mantienen, sí las cosas no cambian, [cosa muy rara en este país] dentro de cuatro años, a once años de su propuesta, en Yucatán presumiremos el primer tren rápido de toda la República. No me queda sino desear, qué ojalá así sea.