martes, 29 de marzo de 2011

El Alma es una química

Ante todo es necesario cuidar del alma si se quiere que la cabeza y el resto del cuerpo funcionen correctamente.”
-Platón

Me pregunto si ha habido alguna persona en la historia de la humanidad que no se haya cuestionado ¿Por qué sentimos? ¿Cómo crecemos? ¿Cómo es que sabemos cuando hacerlo? ¿Cómo es que nuestro cuerpo se comporta de la forma en que lo hace? Durante la mayor parte de la historia de nuestra civilización, esta pregunta fue imposible de responder. Sin embargo, ahora tenemos la dicha de vivir en una época en la que esta pregunta, cuando menos en parte, ya ha sido contestada.

      Los filósofos antiguos pensaban que los sentimientos y acciones de los humanos eran regidos y controlados por el alma. “El alma es el motor que le dice al cuerpo que hacer y cuando” decían. Y era lógico pensar esto ¿Acaso había alguna otra explicación que mejor concordara con los hechos y conocimientos de la época? Así es como el término de alma surgió y se acuño cómodamente en la mente de las personas y pensadores de la antigüedad.

      Hoy en día, el termino alma carece del valor que alguna vez tuvo, pues se sabe que los sentimientos y las acciones que regulan el correcto funcionamiento de nuestro cuerpo dependen enormemente de un extenso grupo de pequeñas moléculas orgánicas cuyos estímulos químicos incitan o inhiben ciertas funciones de diversas partes de nuestro cuerpo. Haciéndonos llorar, reír, crecer, digerir, controlar el ritmo cardiaco, manejar los niveles de azúcar en la sangre, producir leche (en el caso de las mujeres, no sean mal pensados), entre otras muchas reacciones más.

      Algunas hormonas como la adrenalina, por ejemplo, dilatan nuestras pupilas, aumentan la presión sanguínea y el ritmo cardiaco, así como la concentración de glucosa en la sangre, nos hacen sentir eufóricos, llenos de energía, con ganas de salir corriendo y gritar.

     Aún con todo el tiempo de estudio invertido en las hormonas, los científicos todavía no comprenden por completo como funcionan. Casi todos los días se descubren nuevas hormonas y funciones de otras ya descubiertas.

Una glándula es un órgano que sintetiza sustancias, como las hormonas, y que se encarga de liberarlas al exterior o a la sangre.

Existen dos tipos de glándulas:
1)Exocrinas: las cuales producen secreciones que son liberadas al exterior del cuerpo o al tracto digestivo (el tracto digestivo es considerado como una zona exterior del cuerpo, un “tubo” que lo cruza de arriba a abajo). Estas glándulas tienen la característica de liberal las sustancias que sintetizan a través de conductos parecidos a tubos.
2)Las glándulas endocrinas: sueltan sus hormonas al interior del cuerpo. Estas glándulas carecen de conductos, por esta razón las células productoras de hormonas liberan sus productos al líquido que las rodea y las hormonas se abren paso, gracias a la difusión, hasta torrente sanguíneo, la autopista de alta velocidad por donde viajarán hasta encontrarse con su célula blanco especifica.

      Las hormonas han jugado un papel importante en la historia de la evolución. Aquel animal que tuviera que pensar en amantar a su hijo, seguramente nunca lo haría y su hijo moriría de desnutrición. Si un león se nos abalanzara y nosotros no sintiéramos miedo al respecto, y en consecuencia nos quedáramos estáticos, estaríamos en muy grandes aprietos (como si el hecho de que un león se abalance hacia nosotros no fuera ya lo suficientemente peligroso).
(El hombre examinándose a si mismo, obra de Vesalio)

       El término alma, como la unidad metafísica que se encarga de regular y controlar las acciones y emociones de los organismos, ya no tiene la connotación que alguna vez tuvo. Suelo decir que el alma a pasado de ser un ente metafísico, a ser un ente químico. El alma que hay en todos nosotros no es más que química, química real, tangible y material, que regula todo lo que somos. Química que se desenvuelve bajo un complejo, pero conocible, conjunto de leyes físicas. Después de todo; nosotros somos el resultado de una serie de reacciones químicas que ocurren en el interior de nuestro cuerpos. Así ha sido siempre y, me atrevo a asegurar que, así continuará siendo.

       Y si el alma resulta no ser más que una interpretación prematura de los efectos de la química sobre nuestros cuerpos y nosotros mismos, ¿Eso nos hace menos humanos? Seguimos siendo capaces de amar, de temer, de sonreír, de llorar y de odiar. Los humanos seguimos siendo los mismos que eramos antes de descubrir las fuentes de nuestro ser. No hay que rechazar un conocimiento por miedo a cambiar nuestras creencias antiguas, ciertamente, el que no exista un alma reduce drásticamente nuestras posibilidades de sobrevivir a la muerte -y a mi me encantaría sobrevivir a la muerte- pero, por el otro lado, lo que perdemos en eternidad, lo ganamos en unidad. Unidad con este vasto universo del cual formamos parte, nuestras diferencias con el sol, las rocas, las vacas o Marte son mínimas; son diferencias de organización y no de composición. El descubrirnos como parte de este vasto universo, aumenta nuestro sentimiento de humildad cósmica, y abre la puerta a un nuevo abanico de reflexiones filosóficas que pueden conducirnos a jugosas conclusiones.

Esa es mi reflexión ¿Cuál es la suya?